Editorial Pirineum

Canfranc el mito

Autor: Varios autores
Año edición: 2005 – Reedición en 2008
Reimpresión en 2014
ISBN: 978-84-932355-9-8
340 páginas.
Tapa dura

AGOTADO.

Canfranc el mito

Toda la historia de la línea Internacional de ferrocarril. 600 fotografías. 30 autores. 340 páginas. Para la elaboración de este libro de referencia sobre la historia de la línea internacional de ferrocarril, con más de 600 fotografías históricas, se ha consultado medio centenar de archivos y contado con la colaboración de cerca de 30 autores.

Este voluminoso trabajo colectivo que aborda la historia del ferrocarril internacional pirenaico desde los orígenes de su gestación en 1853 hasta la rotura del puente de L’Estanguet en 1970, suceso que provocó el cierre del tráfico transpirenaico. El libro es el resultado de más de dos años de trabajo, tiempo en el que los coordinadores del libro han consultado más de cincuenta archivos fotográficos y documentales de España y Francia, y han mantenido entrevistas con cerca de sesenta personas, todas ellas vinculadas de algún modo a la historia del Canfranc.

El volumen consta de 330 páginas y reproduce más de 600 fotografías históricas, muchas de ellas inéditas, y varios documentos de gran valor para ilustrar la peripecia del ferrocarril. Según indican los responsables de Pirineum editorial, “ha sido una ardua labor que ha ofrecido resultados espléndidos. Por primera vez ven la luz interesantísimas fotografías de magníficos archivos como el de Barboza-Grasa, Tomás Ayerbe o Juan Carlos Domínguez. En conjunto se reproducen mas de 600 imágenes, casi todas ellas captadas antes de 1970”. “Canfranc. El Mito” está estructurado en cuatro grandes capítulos escritos por Santiago Parra, Bernard Barrère, Jean Brenot, Alberto Sabio y José Manuel Pérez Latorre. El primero narra todo el proceso de gestación y construcción del ferrocarril en la vertiente española y su lenta decadencia. El hispanista francés Bernard Barrére y el fundador de la CRELOC, Jean Brenot, muestran la visión francesa del Canfranc, la menos divulgada y conocida, fundamental para entender todo lo que pasó después. Necesaria para que la historia de este proyecto hispano-francés sea completa.

El historiador Alberto Sabio explica que el verdadero legado que ha dejado la obra para las generaciones venideras ha sido el paisaje. Durante varias décadas miles de trabajadores modificaron el aspecto del valle de Arañones para proteger el complejo ferroviario. Se canalizaron torrentes, se plantaron más de siete millones de árboles y se construyeron diques para frenas los aludes de nieve. Se corrigió el curso del río Aragón para que la Estación Internacional cupiera y se modeló un nuevo paisaje que parece que siempre estuvo ahí. Todavía hoy sigue siendo un modelo de intervención en el medio natural.

Finalmente el arquitecto José Manuel Pérez Latorre habla de la Estación Internacional, la brillante culminación de todo el proyecto, probablemente el icono más joven que posee Aragón. El texto de Latorre se basa en su profundo conocimiento del edificio, al que ha dedicado largas horas de estudio en el proceso de redacción del proyecto de restauración, cuyo inicio de obras coincide precisamente con la salida de este libro.

Junto a ellos surgen las pequeñas colaboraciones de otros autores que proponen breves historias, pero igualmente trascendentes, sobre hechos concretos como el tráfico de mercancías alemanas durante la II Guerra Mundial, el papel del Canfranc en la sublevación republicana de Jaca de 1930, las vidas humanas que se perdieron en la construcción del ferrocarril, los recuerdos de los canfranqueses, o la semblanza de Fernando Ramírez de Dampierre, el ingeniero que diseñó la Estación Internacional. Algunos de estos autores son José Antonio Labordeta, José Luis Ona, Eduardo Martínez de Pisón, Enrique Satué, Enrique Vicién, Antón Castro, Luis Granell, Víctor López o Ramon J. Campo.

La narración visual y cronológica del libro se detiene en 1970. Según indican desde Pirineum Editorial, “ha sido una decisión editorial meditada pero fundamentada. Nuestra forma de reivindicar el Canfranc es mostrando sus tiempos de esplendor, que los tuvo, narrando la pasión que transmitieron nuestros antepasados, describiendo las movilizaciones que protagonizaron para que fuera una realidad, destacando el primoroso esfuerzo de miles de trabajadores para construirlo. En definitiva, recurriendo a la nostalgia para concluir que su futuro es posible”.